Un aguacate deshuesado, asentado en lechuga
fresca, relleno en camarones y bañado en salsa rusa, una sopa de cebolla,
estilo mañanitas, acompañada de un crotón de pan, servida en una cazuela de
barro y gratinada con queso ,unas pechugas de pollo en salsa curry sobre arroz
blanco, con diversos ingredientes en pequeños platos separados y como postre el
“Black Bottom Pie” de chocolate frío, que era la especialidad de la casa, servido
con una base de galletas con ron, cremel de chocolate y chocolate rallado encima,
helado y servido en rebanadas.
Quien iba
a imaginar que esa seria la
primera comida de las miles y miles que se han servido en este restaurante
desde que se inauguró el 19 de noviembre de 1955, y que se ha convertido en uno
de los lugares emblemáticos de Cuernavaca, ganándose el reconocimiento de miles
de clientes que has disfrutado de sus platillos, además ha sido reconocido como
uno de los 25 mejores restaurantes del mundo, según la publicación Estadounidense
Holliday Magazines Award.
Sin duda las Mañanitas se ha ganado un lugar
muy especial entre los hoteles y restaurante de nuestra ciudad, debido a la
atención y esmero que puso su fundador el su fundador el estadounidense Robert Krause, quien abandono un importante puesto dentro del departamento jurídico del Bank and América en
San Francisco, California, para venir a nuestra ciudad a fundar las Mañanitas,
que debe su nombre al nombre que tenia la casa que los señores Sinibaldi tenían
en la esquina de la calle de Ricardo Linares.
El señor Krause vio en unas vacaciones, esa
casa que contaba con alberca y un hermoso jardín, y se enamoro de ella, por lo
que regreso a su ciudad y renuncio a su puesto en el banco para venir y
realizar su sueño, el detalle interesante es que el Sr Krause era un doctor en
derecho, que no sabia nada de ni de
gastronomía ni de hotelería y por si fuera poco, tampoco sabia hablar español, por
lo que la empresa se antojaba muy difícil, sin embargo, se mantuvo firme en su
decisión y viajo desde San Francisco en su coche para iniciar una aventura que
le traería una gran éxito
Al llegar a Cuernavaca, se hospedo en el
hotel “Merik Plaza” en donde lo atendió el señor Ignacio Cerda, padre del que
sería su principal colaborador y mano derecha, Rubén Cerda, quien se incorporó
a los tres meses de haberse inaugurado el lugar y contribuyo poderosamente a
crear este nuevo concepto en gastronomía
que incluía un servicio de primera, acompañado de un muy selecto menú que era
presentado escrito en un gran pizarrón, para que los comensales ordenaran su
comida o cena.
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